Desde hace más de 25 años, la población de Japón ha tenido las cifras de esperanza de vida más altas del mundo. Los nipones viven en promedio 86 años, y en el año 2016, Japón obtuvo el récord mundial de la mayor cantidad de habitantes mayores acien años: al momento de otorgarse este récord, más de 65 mil personas en Japón habían superado el siglo de vida.

Confirmando las creencias populares de décadas, un estudio reciente señala que la longevidad de los nipones tiene un vínculo directo con sus hábitos de alimentación. Esto es consistente con otros datos: Japón posee, al mismo tiempo, una de las tasas de obesidad más bajas del mundo -apenas un 10% de la población adulta padece sobrepeso, una cifra que es más resaltante cuando se le compara con la de países como Estados Unidos, donde el indicador es de 70%.

La dieta japonesa, y en particular, la dieta de Okinawa -una isla reconocida por la longevidad de sus habitantes y que ha sido llamada “la isla de la vida eterna”- divergen particularmente de los hábitos occidentales en relación a la comida. Para empezar, los japoneses obtienen la mayor parte de sus proteínas del pescado, no de la carne o el pollo. El pescado contiene una cantidad mucho mayor de ácidos grasos omega 3, y a diferencia de la carne vacuna, no posee grasas saturadas. El consumo de omega 3 es esencial para combatir las enfermedades cardíacas, disminuye la presión arterial, baja los triglicéridos, alivia la inflamación y combate la arteriosclerosis.

Por otra parte, la dieta de Okinawa es más alta en vegetales frescos que la dieta promedio de Japón. Algunos de los ingredientes clave de la comida japonesacomo las algas, que no suelen tener la misma presencia en occidente, poseen proteínas y minerales esenciales que contribuyen a reducir el colesterol y a desechar las grasas del organismo.

Igualmente, hay una diferencia fundamental en el origen de los carbohidratos: mientras en occidente se consume principalmente pan, los japoneses obtienen sus carbohidratos del arroz. El arroz se encuentra presente en todo el espectro de la comida japonesa, desde el sushi hasta los postres, y es uno de los factores centrales que ayuda a los japoneses a mantener un índice glucémico bajo, junto con su escaso consumo de azúcar refinada. En la cocina japonesa, el sabor dulce proviene de la betarraga, la zanahoria y otros vegetales.

Por último, dos factores fundamentales: los japoneses consumen agua en abundancia (de 8 a 12 vasos al día), un hábito tan esencial que parece redundante señalarlo, pero contribuye a combatir y prevenir una serie de enfermedades, entre ellas la diabetes y la obesidad. En segundo lugar, hay un principio llamado “hara hachi bun me”, integral a los hábitos alimenticios de este país, y que consiste en comer solo hasta el 80% de la capacidad. Es decir, que al final del día los japoneses consumen porciones más pequeñas a las que estamos acostumbrados en occidente, donde las porciones son cada vez más grandes.

Después de saber estas cosas, solo cabe celebrar la creciente popularidad de la comida japonesa en Chile y en el mundo, que nos permite encontrar ingredientes como el alga nori tanto en tiendas de nicho como en supermercados, y comer sushi en casi cualquier lugar, desde restaurantes hasta patios de comida, incluso a través de servicios de entrega a domicilio, haciendo así cada vez más fácil incorporar estos hábitos a tu dieta cotidiana.